martes, 23 de febrero de 2016

Una segunda oportunidad para nuestros viejos vagones

     Muchas veces, a partir de algún regalo de un amigo que conoce nuestra afición al ferrocarril en miniatura o visitando mercadillos podemos conseguir algo de material móvil a buen precio, bien porque su estado presenta algo de deterioro o bien por su antigüedad. A la hora de acoplar este tipo de material rodante en nuestra maqueta observamos que su aspecto no nos anima a encontrar un uso acorde con el ambiente recreado en nuestro mundo en miniatura y más si el material presenta un aspecto anacrónico, deteriorado o gastado. Puesto que los modelistas no tiramos nunca nada, en la mayoría de ocasiones acabamos olvidando estos vehículos para darles utilidad mediante el despiece y la posterior reutilización de sus elementos como piezas sueltas que formarán parte de nuestro cajón de sastre, el espacio particular donde acumulamos todo lo que (aparentemente) no tiene uso inmediato. 


     Sin embargo, a poco que trabajemos con estas piezas, podemos recuperarlas para recrear material que quede parado en una vía de apartado o incluso apto para la circulación si logramos un correcto funcionamiento de sus rodamientos. 


     En una primera actuación hemos intervenido en unos viejos vagones de bordes bajos de dos ejes. A pesar de que eran vehículos a escala, inicialmente tenían un aspecto de juguete. Sus ejes y sobre todo sus ruedas de plástico estaban algo sobredimensionadas y por ello su rodamiento era defectuoso. Así que hemos cambiado los ejes por unos de metal logrando una rodadura mucho más fina. Después hemos procedido a pintar los laterales de la caja de color verde y el piso del vagón de color gris neutro. En el centro de los laterales hemos realizado un fileteado amarillo. De esta manera conseguimos el aspecto de vagones de servicio para una grúa Renfe de los años setenta.






     Por otro lado, a una serie de antiguos vagones cisterna les hemos desmontado el depósito que llevaban, realizado de chapa montada de manera poco realista. 









     Con lámina de poliestireno estriado hemos realizado un sencillo cajetín de las dimensiones apropiadas. Luego hemos pintado la caja de color rojo óxido, similar al de los vagones de ese tipo de las décadas de 1970 y 1980. El suelo lo pintamos de gris (si queremos también de rojo óxido o marrón madera) pensando en cubrirlo con alguna carga. 
     






     Después añadimos unas calcas con rotulaciones y aplicamos una capa de barniz protector. La caja del vagón terminada la montaremos sobre el bastidor desnudo. De esta manera ya tenemos un vagón más realista. En alguno de los casos que se aprecian en las fotografías hemos decidido añadir las cajas de grasa y suspensión que no llevaban los originales y hemos añadido o reparado los topes en el caso de que faltasen o estuviesen deteriorados.





     Si los vagones tienen un peso insuficiente será necesario lastrarlos. En nuestro caso lo hemos hecho con plancha de papel pluma recortada y vaciada a la que le hemos añadido unas placas metálicas. Una vez cubiertas con alguna carga, el aspecto es más realista y el relleno no se aprecia.

CS

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