viernes, 6 de marzo de 2020

Los ferro-carriles carboníferos y del Bajo Aragón

     En ATAF hemos aumentado nuestros fondos históricos con la adquisición de una antigua obligación de la Compañía de los Ferro-Carriles de Zaragoza a Escatrón y de Val de Zafán a las minas de la Cuenca Carbonífera de Gargallo-Utrillas. Esta compañía es también a veces denominada y confundida con la de los Ferrocarriles Carboníferos de Aragón. Por ello vamos a hacer hoy una breve reseña histórica de estas compañías que nos remontan a la etapa de la llegada del ferrocarril a nuestra provincia. 


     El ferrocarril entró a la provincia de Teruel por el Bajo Aragón. Numerosas fueron las iniciativas para que el ferrocarril llegara a las tierras turolenses, pero en todas ellas subyacía un evidente interés mercantil en la posibilidad de transportar los recursos mineros de la provincia y conectar estos yacimientos con Zaragoza y/o con el tramo del Ebro navegable para dar una salida exterior a las ricas cuencas mineras turolenses.

     En 1857 se concedió una primera concesión a la Sociedad Jaime Vicente Gómez y Cía. Para transportar carbón desde la cuenca minera de Gargallo y Utrillas hasta el Ebro, donde podría ser embarcado para darle salida por el Mediterráneo. Este primer plan proyectaba una línea férrea entre Utrillas y La Zaida, a orillas del Ebro.


     Poco más tarde se constituye la compañía del Ferrocarril del Príncipe de Asturias, de Zaragoza a Escatrón, con el fin de conectar la capital aragonesa con esta localidad zaragozana hasta donde (por aquel entonces) el Ebro era navegable desde su desembocadura en el Mediterráneo.

     En 1969, por decreto, esta compañía fue autorizada a reconvertirse en la Compañía de los Ferro-Carriles de Zaragoza a Escatrón y de Val de Zafán a las minas de la Cuenca Carbonífera de Gargallo-Utrillas, aunando los ramales que debían unir Escatrón con Zaragoza y con la zona carbonífera de Gargallo-Utrillas “con el fin de extender sus operaciones á la prolongación del camino de hierro á Gargallo y Utrillas para la explotación de sus minas, y á otros objetos industriales. Por este decreto también se le autoriza a realizar una ampliación de capital.

     Esta compañía buscó inversores internacionales, para lo cual emitió una serie de obligaciones de 1900 reales de vellón cada una nominadas también en francos (500) y en libras esterlinas (20). Estos 1900 reales equivalían a 475 pesetas de la época (2,85 euros actuales), lo que por aquel entonces constituía una pequeña fortuna. Esto nos indica que el objetivo de estas acciones era captar el capital procedente de grandes inversores y ciudadanos acomodados que quisieran invertir sus caudales excedentes para obtener una interesante rentabilidad del 6%. Este es el caso de la obligación adquirida y que mostramos en las fotografías.


     La compañía siguió teniendo dificultades financieras y se reconstituyó en 1971 denominándose Compañía de los Ferrocarriles Carboníferos de Aragón. Estos ferrocarriles estaban formados por el Ferrocarril de Zaragoza a Escatrón, aunque sólo se construyeron los 69,62 km entre Zaragoza y la Puebla de Hijar, la concesión hasta Gargallo que no se llegó a construir y derechos de explotación de carbón en Gargallo y Utrillas.

     La compañía ejecutó y fue abriendo tramos de ferrocarril en la década de 1870: desde Zaragoza a Fuentes en 1874, hasta Pina en 1876, de La Zaida a Sástago en 1878 y a La Puebla de Híjar en 1880. Desde La Zaida se plantearon varias posibilidades para llegar a Escatrón, aunque finalmente niguna de ellas fue realizada optándose por separarse del Ebro para pasar por Azaila y llegar a La Puebla de Híjar y desde ahí dirigirse hacia Samper de Calanda. Esto llevó la vía del tren a una notable distancia de su destino definitivo en Escatrón y del Ebro aunque se construyó un apeadero apartado unos 10 kilómetros del pueblo para dar servicio a aquella población.

    La compañía constructora pasó dificultades económicas durante toda su vida y estas penurias financieras la llevaron a la suspensión de pagos en 1880, lo que supuso una paralización del avance del ferrocarril hacia tierras turolenses más al sur. A partir de esta fecha tanto las acciones como las obligaciones dejaron de tener valor. 


     Estas concesiones ferroviarias, tanto de los tramos construidos como de los que no y que pertenecían a la Compañía de los Ferrocarriles Carboníferos de Aragón fueron vendidas por especuladores en 1881 pasando al Ferrocarril de Valls a Vilanova y Barcelona con la intención de unir Zaragoza y Barcelona con una conexión que seguía el curso del Ebro. Ésta se conseguirá finalmente cuando esta compañía es adquirida por la de Tarragona a Barcelona y Francia, que más tarde se integraría en MZA.

     También esta línea supuso el arranque en La Puebla de Híjar del ferrocarril del Val de Zafán a San Carlos de la Rápita, que atravesó las tierras del Bajo Aragón turolense pasando por Alcañiz para llegar a Tortosa, aunque nunca consiguió por unos pocos kilómetros su meta de legar al Mediterráneo.

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