La llegada del ferrocarril a la provincia de Teruel fue tardía. A pesar de que hubo innumerables proyectos, algunos de ellos recogidos ya en el Informe sobre el Plan General de Ferrocarriles de España de 1865, la mayoría de estas líneas no llegaron convertirse en realidad nunca. Algunas de ellas, como la línea de Teruel a Alcañiz, comenzaron a construirse y posteriormente su construcción fue abandonada. Este hecho también fue común a la mayoría de provincias españolas de manera que durante la segunda mitad del siglo XIX no había ningún ingeniero que no hubiese hecho algún proyecto ferroviario con mayor o menor acierto en su motivación, en su lógica y en sus trazados.
Dos fueron los motivos principales para el diseño de las líneas en Teruel:
La ordenación administrativa y territorial que pretendía conectar la capital (Madrid) con todas las capitales de provincia y grandes poblaciones mediante un medio de comunicación ágil y rápido con el fin de garantizar el orden civil y la eficacia administrativa
La salida de los excedentes agrarios y sobre todo mineros hacia las grandes zonas de consumo de España.
Así se puede ver en el mapa de líneas proyectadas, en las que algunas líneas tienen un carácter transversal de comunicación con Madrid y otras pretenden cubrir los abundantes yacimientos mineros del interior de la provincia y carboníferos de la Cuenca Minera Central para enlazarlos con los puntos de exportación, bien sean las líneas principales (Madird-Barcelona, Valencia-Barcelona), o bien los puertos, tanto marítimos (Valencia, Vinaroz, Alfaques) o fluviales (Escatrón, puesto que el Ebro era navegable en el siglo XIX hasta ese punto) o incluso ambas cosas a la vez, como es el caso de la ya comentada línea Teruel-Alcañiz cuya construcción nunca llegó a finalizarse.
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